lunes, 27 de diciembre de 2010

INTERNET CONTRA LOS MEDIOS DE MASAS (Y VICEVERSA)

Olvidaos de los mensajes tecnófobos del pseudorrevolucionario Zerzan y esa caterva de neohippies de diseño que le siguen, las nuevas tecnologías pueden ser una eficaz herramienta de lucha social. Probablemente nunca en la historia de la telecomunicación haya habido tanta libertad para hacer públicas ideas como existe actualmente en Internet. Probablemente el acceso a la cultura nunca haya sido tan libre e ilimitado como lo es ahora gracias a la red. (¡El progreso tecnológico no siempre trae consigo efectos colaterales negativos!). Los estados y sus propagandistas al frente de los medios de masas, saben todo esto; por eso, a la red se la está culpando desde los medios de “in-comunicación” de ser la causa de todo tipo de males sociales (la pornografía, la pederastia, el terrorismo, la “piratería”, la superchería, etc.)… Como es habitual los “media” están allanado el camino a la represión gubernamental; de hecho, ya se ha intentado dar un primer paso (aunque ha acabado en traspiés) con la llamada ley Sinde que daba el poder al Estado para cerrar páginas web… ¿Nos dejaremos arrebatar este espacio de libertad?




En efecto, la red ha supuesto la democratización de los procesos masivos de intercambio de información. Probablemente esto era algo que sus creadores no planearon pero Internet ha roto con la unidireccionalidad que caracteriza a los medios de comunicación de masas tradicionales, en el que el receptor, condenado a la más absoluta pasividad, simplemente se traga todo lo que le echa la TV, la radio o la prensa (medios que a su vez apenas reciben feedback alguno de su sufrido público más allá de alguna llamada telefónica o alguna carta al director, siempre sujetas al filtrado y a la censura.) En la actualidad la red de redes permite que lo que escriba, por ejemplo, en un blog, digamos, un camarero, un albañil o una estudiante sea tan accesible para el público como lo que escribe un jefe de redacción de un periódico de gran tirada, y, por ende, no sea menos válido, en principio. La validez ahora se la da el internauta, que es libre para elegir y ya no está obligado a contentarse sólo con la versión oficial (en sus diversas variantes, más conservadoras o más progres) y puede consultar otras fuentes de información alternativas antes inexistentes por estar silenciadas (¿y no es eso la libertad, la posibilidad de elegir entre distintas opciones?). ¿Significa esto que la información va a dejar de de estar monopolizada por grandes empresas? El tiempo lo dirá, pero sería lo deseable; de hecho, en las constituciones burguesas (como la española sin ir más lejos) se reconoce el derecho a la información (¡a la información veraz!) como un bien común, universal, igual que la sanidad o la educación. Y si algunos, en nuestra orientación libertaria, postulamos una sanidad y una educación autogestionada ¿por qué no plantearse la autogestión de la información? La información es un tema demasiado serio como para dejarlo en manos de periodistas.




El otro efecto beneficioso de Internet es la creación de una cultura alternativa no controlada por el poder (música, arte, literatura, cine, etc.). Antes de la generalización del uso de Internet nos veíamos abocados o bien a consumir los típicos productos del mainstream (bestsellers, discos superventas, películas taquilleras, etc.) o bien emprender una ardua búsqueda de material descatalogado que en el infrecuente caso de localizarse alcanzaba precios prohibitivos. Ahora, miles de títulos que estaban condenados al olvido por obra y gracia de las compañías editoras (en lo que se podría considerar un sutil método de censura) pueden ser liberados del silencio al ser colgadas en la red viejas copias del documento en cuestión. Es una sangrante ironía que la Sra. Ministra de Cultura, González-Sinde, inspiradora de la infame ley que lleva su nombre, nos espete en la cara en una entrevista concedida al diario Público del 26/12/2010 que “la cultura gratis tiene el peligro de que sea una cultura de lo que se vende bien y es masivo”. El mundo al revés… porque es precisamente lo contrario: es la comercialización del arte lo que lo adocena y lo vacía de toda idea que promueva la transformación social (¿cómo una editorial va a sacar al mercado algo que cuestione el propio mercado en el cual se lucra o simplemente algo que no le sea rentable?). Es justamente la explotación capitalista de la “cultura” lo que tiende a acabar con su diversidad [1]. Además ¿cómo se atreven, políticos y “mass media”, a hablar de los derechos de los creadores? ¿Qué pasa con los derechos del montón de autores que no los publican las editoras porque no prevén forrarse suficientemente a su costa? ¿Acaso olvidamos que, por poner un ejemplo, algunos de los precursores de la poesía moderna apenas lograron publicar nada en vida?

Por todo ello, no es extraño que los medios de masas se dediquen cada vez más a menudo a satanizar Internet. Que si es un espacio de superchería, que si es una cueva de pedófilos, de viejos verdes o de terroristas islámicos… Pues hay de todo, malo, bueno o regular, como en tu lugar de trabajo, en tu comunidad de vecinos, en la escuela o en el bar de la esquina… pero ante todo hay libertad para elegir, no como en los media (que, por cierto, ven cómo cada día pierden audiencia por la imparable competencia de la red). Y eso es lo que molesta al poder (mediático o estatal, tanto monta), que siempre quiere vernos caminar bajo su insufrible tutela.

Apaga la TV. Enciende Internet (y el cerebro.)



[1] Es esclarecedor lo que escribió el crítico literario del ABC, con motivo de la publicación por parte de la pequeña editorial independiente Cabaret Voltaire de esa joya de la prosa surrealista que es La Libertad o el Amor de Robert Desnos. Se congratulaba el Sr periodista, y ello tras reconocer que el libro es una obra maestra, de que por suerte ya nadie escribe como Desnos. Claro que no: ya se encargan los “media” y las grandes editoriales de que nadie lo haga.