sábado, 25 de diciembre de 2010

TOMAR LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN


(Panfleto subterráneo #1 de la Internacional Inmediaísta)


La filosofía asiática enseña la iluminación. Sin embargo, dada nuestra exposición diaria a un aluvión de mensajes persuasivos, monólogos, argumentos de venta, incitaciones y noticias desinformativas e hipersensacionalistas, mantener el sentido común y la intimidad constituye una encarnizada batalla.



Cada uno puede ver cómo la exposición prolongada a la televisión y los medios de masas embota a la gente con una sensación de adormecimiento y náusea. De cada espacio público un monólogo de coerción penetra en nuestros sentidos y viola nuestra atención. Donde quiera que miremos, siempre que escuchamos, donde quiera que vayamos: la pornografía de vallas publicitarias, los carteles de autobuses, las tarjetas de crédito, los carteles luminosos y displays de los comercios, el exceso de correo basura, el estúpido vuelo de aviones y dirigibles en la playa, los cupones, las odiosas pegatinas de los parachoques de los coches y los pins para llevar en la solapa, los desconcertantes formularios de atención, las pancartas de plástico y los lazos, los desfiles absurdos, los folletos que se reparten en las esquinas, las volatinas que se ponen en los limpaparabrisas, los anuncios en cajas de cerillas, las tarjetas de visita, los aparatos de radio a todo volumen, los diarios, cada nanosegundo de televisión, el paquete que envuelve cualquier cosa que compramos -desde la etiqueta de la ropa interior hasta la computadora del robot que nos llama en nuestros hogares- sólo las capas altas de la atmósfera y el fondo del mar ofrece refugio para la ecología de la coerción en los EE.UU. A cada paso los monólogos siguen con la misma cantinela, llevando en su interior los mutágenos psicológicos que nos embaucan para ser patéticos consumidores y ondear banderas sin cuestionar nada. A cada paso somos objetos de sutil ataque.

Los medios sirven a los intereses del estado y otras empresas pero nunca a los intereses del público. La pantalla de agresión y seducción de los medios está diseñada para hipnotizar y cautivar al más amplio sector de población cuya atención es entoncer vendida como chatarra a anunciantes y es violada en grupo por sus eslóganes y sintonías publicitarias e imágenes maníacas. Protegido por un foso mediático infranqueable, los agentes del Estado se benefician de la guerra y descansan tras una maraña de leyes de información, poderes censores e insulsas explicaciones que dan un sopapo a la inteligencia minuciosa y a la resistencia masiva.

Mientras que no controlemos nuestro gobierno, nuestro propio estado y nuesytros propios medios de emisión -el espejo con el cual nos reflejamos en la realidad de la vida- seguiremos siendo obligados a ver distorsiones de espejo de caseta de feria de nosotros mismos proyectadas en un contenedor de basura que promete hacernos a cada uno de nosotros deseable, sofisticado y correcto. A cada paso somos objeto de ataque.




(Traducción: Tommaso della Macchina)