lunes, 21 de marzo de 2011

“NO A ALGUNAS GUERRAS”. El PSOE, UGT, CCOO y los medios de “izquierdas” se apuntan al bombardeo de Libia

¡No a ninguna guerra!


¿Alguien se acuerda de ese “NO A LA GUERRA” coreado hasta la saciedad por la izquierda hispánica hace unos años como protesta ante la guerra de Irak? Ya por entonces algunos que nos opusimos a dicha guerra, pero que también nos habíamos opuesto a la intervención occidental en países como Yugoslavia, Somalia, etc. nos dimos cuenta de que la mayor parte de la izquierda patria decía “no” tan sólo a algunas guerras. En concreto, a guerras que eran promovidas por el capital angloamericano, no así cuando las guerras las promovía el eje franco-alemán (al que casi siempre se unía de manera sibilina la vieja zorra vaticana, que no deja de ser un poder europeo). Un ejemplo muy claro de esto fue la guerra de Yugoslavia durante la cual la izquierda de estos lares apoyó primero a los integristas musulmanes de Bosnia (creyendo erróneamente que eran anti-yankees cuando en realidad detrás de ellos estaba la CIA, entre otras poderes en la sombra) y más tarde a los mafiosos narcotraficantes de la UÇK albanesa, esto último gracias a líderes de la izquierda posmoderna como Carlos Taibo, quien llegó a compararlos con una guerrilla marxista latinoamericana, dándole así un barniz romántico para que fuera digerido más fácilmente por el “rojerío” más acrítico. Así, nuestra izquierda más borreguil aplaudió el ataque aéreo con bombas de racimo y uranio empobrecido sobre las comunidades serbias de Bosnia y Croacia (de hecho la Kraijina en Croacia fue literalmente vaciada de serbios en apenas un fin de semana) y sólo protestó al final del conflicto de Kosovo, ya comenzada la criminal campaña de 78 días de bombardeos continuos sobre Serbia, y ello cuando se dio cuenta de que el mayor peso del protagonismo en el bombardeo recaía sobre la aviación norteamericana. Como trasfondo de esto estaba la nefasta influencia de los nacionalismos patrios, tan de “izquierdas” que no tienen reparo en apoyar cualquier tipo de movimiento independentista aunque tengan raíces filonazis (como los nacionalistas bosnios musulmanes, el secesionismo albanokosovar o Hamás).


MIG 23 "rebelde" derribado por la artillería
de Gadafi.¿No decían que los “rebeldes” eran el pueblo llano
luchando prácticamente con palos y piedras?



Y llegamos al caso de Libia en este 2011 y el gobierno del PSOE, el mismo que nos elevó la edad de jubilación a los 67 años a los trabajadores y nos recortó ayudas del estado, el mismo que solucionó una protesta laboral de los controladores aéreos enviándoles el ejército (con el aplauso cómplice de la izquierda del caviar y los mass media “progres”), el gobierno de “izquierdas” que hizo lo que a la derecha nadie le habría tolerado, nos embarca en una nueva guerra por el control de los recursos energéticos del planeta. En ella participan los malvados yankees, pero (¡atención!) también Francia. Y ahí la cosa cambia, porque el intervencionismo estadounidense es imperialista pero el francés es “humanitario”. Tanto es así que detrás del PSOE, los sindicatos “mayoritarios”, UGT y CCOO, esos apéndices del estado capitalista que les llena el buche y que tanto vociferaron contra la guerra de Irak, además de los medios informativos de izquierda (desde RTVE, al “rojísimo” diario Público) se han apuntado, como quien dice, a un bombardeo. Irak no es lo mismo que Libia, nos dicen. Pero lo cierto es que la historia reciente de Libia y la de Irak no se pueden parecer más: en ambos casos las potencias occidentales tratan (o se trataban, en el caso de Irak) de deshacerse de un nacionalista árabe con cierto barniz populista/socialista (al estilo de Nasser) que derrocó a una monarquía corrupta y autoritaria que saqueó a sus súbditos apoyada por el imperialismo anglosajón. En ambos casos, además, el “sátrapa” a eliminar gobierna procurando que una cierta parte de las ganancias por la venta de las inmensas reservas de petróleo del país sea invertida en la mejora de la población.“Pero Gadafi es un dictador”, nos dicen los que ya no enarbolan las pancartas de “no a la guerra”. Por supuesto que sí... pero también lo era Sadam y sin embargo ello no fue óbice para que la protesta contra la agresión militarista fuera masiva... ¡Cuánto borreguismo hay en la izquierda! ¡Y cuánto estómago agradecido también! ¿Dónde están los actores y cantantes de moda, esos que se rasgan las vestiduras porque bajemos un archivo mp3 de la red pero no les importa que algunas de las naciones más poderosas del mundo bombardeen un país de poco más de 5 millones de habitantes? Pues muchos de ellos callados y otros tantos justificando la guerra en los media. ¿Por qué unas guerras sí y otras no?


Dónde está, no se ve, al farsante de Bardem...


Otro aspecto importante es quiénes son esos “rebeldes”, esa oposición alzada en armas contra Gadafi. Los medios informativos nos dicen que son el pueblo llano harto de soportar la dictadura que se han rebelado y luchan con las pocas armas que le han arrebatado al ejército del dictador, equiparándose así la situación de Libia a la de Túnez y Egipto. Pero, sin negar que un gobierno autocrático como el de Gadafi genera necesariamente descontento social, aquí la situación un tanto distinta porque, en primer lugar, los estándares de vida en Libia son los más altos del Magreb (la esperanza de vida es de 73 años en hombres y 77 en mujeres) y, en segundo lugar, porque la revuelta, que no ha sido pacífica como en otros lugares, se ha producido gracias a la intervención de las potencias occidentales que tradicionalmente han intentado controlar el petróleo libio: fundamentalmente EE.UU. y el Reino Unido, aunque también se ha adherido, entre otros, Francia (¿quizá la crisis en la que presumiblemente entrará la energía nuclear tras el accidente de Fukushima tenga algo que ver en esto?... recuérdese que Francia es una de las potencias en esta fuente energética). De hecho, los rebeldes han exhibido abundante armamento delante de las pantallas de televisión, armamento tan voluminoso como piezas de artillería e incluso cazas bombarderos MIG-23... ¡de eso no se adueña el pueblo insurrecto en un espontáneo asalto a un cuartel! Por otra parte, los “rebeldes” muestran insistentemente la antigua bandera del corrupto rey Idris y además están básicamente radicados en Bengasi, en la antigua región Cirenaica (la región más rica en petróleo, el golfo de Sirtes, está precisamente ahí) de la que era oriundo Idris I. Según Michel Chossudovsky:

“El objeto real de la “Operación Libia” no es establecer la democracia sino tomar posesión de las reservas de petróleo de Libia, desestabilizar la National Oil Corporation (NOC) y, finalmente, privatizar la industria petrolera del país, es decir, transferir el control y propiedad de la riqueza petrolera de Libia a manos extranjeras.”

(Fuente: global research)


Una representante de las "democráticas"
fuerzas opositoras con la bandera
monárquica


En fin, nada nuevo, el viejo colonialismo con un nuevo rostro “humanitario”, o quizá no tan nuevo porque la coartada humanitaria la llevan utilizándola las grandes potencias desde la caída del muro de Berlín. Ahí están las intervenciones en Irak, Somalia, Yugoslavia, Haití, Afganistán...

A pesar de la confusión que crean los medios “desinformativos” para justificar la agresión belicista, desde el punto de vista de la izquierda y del socialismo la postura a adoptar está bien clara. El auténtico socialismo es antimilitarista y por tanto alguien que se considere de izquierda tiene que oponerse a todas las guerras coloniales o neocoloniales de conquista y saqueo, sea cual sea el escenario, porque en ellas las burguesías enfrentan a obreros contra obreros en la lucha por el control de las riquezas. Porque esa es la palabra clave: antimilitarismo, aquello de lo que la izquierda se olvidó hace años cuando se abolió el servicio militar obligatorio en estas latitudes. El problema es que la izquierda en realidad no existe, lo que existe son un montón de tontos útiles haciendo el juego a poderes de segunda que se valen de eslóganes populistas para darse un baño de multitudes y así llegar a ser poderes de primera. Sólo hay una postura coherente para quien defienda la justicia social: declarar la guerra a la guerra, sea cual sea. Y para ello hay que empezar por desenmascarar las mentiras que el poder difunde a través de sus medios de masas.